La preservación del patrimonio económico Familiar
Pasar una cantidad de dinero a los herederos no es una buena solución si ellos no están preparados para recibirla. (Pindado, J.)
Las empresas familiares generan beneficios económicos que se transfieren al patrimonio de la familia que la controla, generando así progresivamente un patrimonio económico-financiero de la familia. No es este el único patrimonio de la empresa familiar, como ya se expuso en el post publicado el pasado mes de enero sobre el patrimonio de la empresa familiar. Hoy nos centramos en la dimensión económica del patrimonio, al dinero.
A medida que una empresa familiar o un conjunto de negocios diferentes controlados por una familia generan beneficios y crean riqueza económica, las familias deberían encargarse de evitar ponerla en riesgo. Hemos vivido muy recientemente una profunda crisis que ha dilapidado la riqueza de numerosas empresas y familias en sólo unos pocos años, riqueza que en ocasiones ha necesitado décadas e incluso siglos en generarse.
Por ello, la idea esencial que debe presidir la gestión del patrimonio económico de la familia empresaria es la de su preservación. Se trata de generar la capacidad de ir asegurando para la familia, parte del valor económico generado por la empresa familiar, para evitar el riesgo potencial que supone una posible racha de malos resultados como consecuencia de los vaivenes del mercado, las crisis financieras, o incluso de la mala gestión de los futuros gestores de la empresa. Es lo que se denomina el “modelo de preservación del capital”.
Esta preservación del capital debe tener en cuenta diversas consideraciones entre las que podemos destacar las siguientes:
- Es más importante a medida que la empresa avanza generacionalmente, en la medida en que en las generaciones más avanzadas, mayor suele ser el patrimonio familiar, así como el número de personas a las que afecta la adecuada gestión del mismo.
- Debe ser gestionado por especialistas, generalmente externos, dado que los familiares implicados en la empresa necesitan toda su dedicación a ésta y el tipo de capacidades que requiere la gestión del patrimonio familiar es diferente a las de la gestión del negocio.
- Deben establecerse mecanismos que aíslen los procesos dinámicos los ciclos patrimoniales de la empresa y de la familia, de forma que existan “cortafuegos” que eviten poner en riesgo uno de los tipos de patrimonio (por ejemplo, el familiar) ante problemas coyunturales en el otro (empresarial).
- Puede ser adecuado contar con estructuras patrimoniales propias. Por ejemplo, la creación de compañías holdings o de cabecera que evitan el trasvase de riesgos entre unas filiales y otras, así como el mejor aprovechamiento de ventajas fiscales.
- Cada institución debe contar con los órganos adecuados para la gestión de su respectivo patrimonio. Así, la Junta General de Accionistas y el Consejo de Administración deben encargarse de generar riqueza con el negocio familiar, mientras que el consejo de Familia se dedicará a preservar el patrimonio familiar a través de algún tipo de mecanismo profesional especializado (asesores externos, family office, etc.)
En resumen, la familia debe ocuparse no solo de generar riqueza a través de sus negocios y empresas sino también de mantenerla y preservarla en el tiempo. Y ello debe ser una labor consciente, explícita y profesionalizada. Tan importante es crear valor como mantenerlo, especialmente en un entorno tan incierto como el que vivimos y en el que vivirán las próximas generaciones familiares.