Entrevista a Rocío Medina, presidenta del grupo empresarial medina
Rocío Medina: «El hijo del dueño debe llegar a la empresa familiar con experiencia»
Dirige desde hace doce años una empresa líder mundial en producción de kaki y plantones de fresa.
Rocío Medina (Sevilla, 1959) es la presidenta del grupo empresarial Medina, fundado por su padre en los años 60 y hoy uno de los principales productores mundiales de Kaki y el tercer productor europeo de plantones de fresa. Los recuerdos infantiles de Rocío Medina están indisolublemente ligados al mundo de la agricultura, cuando acompañaba a su padre a las explotaciones y jugaba entre fresas, recogiéndolas en cestitas de madera. Sus esfuerzos por internacionalizar y diversificar la empresa, de la que es presidenta desde hace 12 años, han llevado al grupo -con instalaciones en Lepe y Valladolidad- a comercializar frutas y plantas de fresas en más de 60 países.
-Su padre fue un abogado que dejó la toga para dedicarse a la agricultura. ¿Pensó usted dedicarse a otra cosa antes de trabajar a la empresa familiar?
-Yo estudié Derecho y siempre pensé en trabajar en la empresa porque viajaba con mi padre y me divertía el negocio, quería continuar algo que había visto en casa. Me enamoré del campo y pensé que era lo mío. Empecé a trabajar en la empresa recién acabada la carrera, así que puedo decir que fue mi primer empleo y mi último empleo (risas). Lo que tenía muy claro desde muy joven es que iba a ser económicamente independiente, tanto si me casaba como si no lo hacía, porque no quería pedirle dinero a un hombre si quería hacer un viaje o comprar un traje o unos zapatos.
-¿Sus hijos seguirán su estela en la empresa?
-Tengo dos hijos. El mayor estudió Empresariales y está ya en el negocio después de haber trabajo en otra empresa. Mi hija estudió Derecho y Empresariales, está en una auditora y ya después decidirá si quiere trabajar aquí o no. Me parece imprescindibles que los hijos trabajen fuera antes de entrar en la empresa familiar. El hijo o hija del dueño tiene que llegar hoy a la empresa familiar con un bagaje, con una experiencia. Es importante haber tenido antes jefes y compañeros, cosa que yo no pude experimentar.
-¿Fue difícil para usted ser la hija del jefe en la empresa familiar?
-Muy difícil, sobre todo cuando tienes un padre líder en todos los aspectos, a nivel personal y empresarial. Yo siempre iba con él y aprendí con él el negocio, viajábamos mucho antes de terminar los estudios, iba al campo, a los mercados… ya llevaba algo adelantado el día que llegué a la empresa. Mi padre fue mi gran maestro. Él siempre me decía que cuando me fuera a meter en un negocio que pensara lo que iba a perder, nunca lo que iba a ganar. Ahora, cuando tengo proyectos en marcha pienso: ¿Qué nos pasará si nos va mal?. Como presidenta del grupo siempre he ido poco a poco, algo que también me enseñó mi padre, del que además aprendí la discreción, el trabajo, la sencillez, la honradez…
-¿Y qué ha aprendido como directiva y empresaria en estos años?
-La importancia de la serenidad para afrontar los proyectos empresariales. Al cumplir los años ves que un proyecto no es ni tan bueno ni tan malo.
-¿Cómo ha afectado al sector agroalimentario esta última crisis económica?
-Empecé a trabajar en el año 81 y en aquel momento hubo una crisis importante pero el mundo agrícola se mueve por otros derroteros. Es más importante la variedad que tengas, la calidad del producto, a los mercados que te dirijas… De hecho, ha habido empresas que han caído en el boom económico y, al contrario, empresas agrícolas que no han notado la crisis. Eso sí, tienes que trabajar mucho, diversificar. En este tipo de empresas hay dos patas importantes: la innovación y otra la diversificación. Es importante no apostar por un solo producto o variedad. Hay que tener en cuenta que nosotros tenemos un negocio sin techo y estamos dependiendo de la climatología, de la lluvia, del pedrisco..
-¿A qué retos se enfrenta ahora el sector agroalimentario en España?
-El futuro de cualquier empresa agroalimentaria pasar ahora por exportar y competir a nivel global. Me preocupa abrir nuevos mercados porque somos muchos produciendo muchos productos, de muy buena calidad y variedades. Al final todos vamos a los mismos sitios y tenemos que ser competitivos no sólo en España, sino con otros países donde la mano de obra es más barata. En España un trabajador gana 50 euros, pero en Marruecos trabajando las mismas horas gana 6 y en Egipto, un euro. Competir con todo eso no es fácil.
-Su empresa mantiene convenios de colaboración con universidades y centros públicos de innovación tecnológica, dedicando casi el 5% de sus ingresos a la investigación de variedades y cultivos. ¿Sería hoy lo mismo el Grupo Medina si no se hubiera beneficiado de esa transferencia de conocimientos de la Universidad?
-Diría que no. Mi padre empezó con variedades europeas del instituto Max Planck, de Alemania, y después usó variedades de la Universidad de California. Esa colaboración es imprescindible para la empresa agroalimentaria. Siempre hemos tenido convenios con universidades y el CSIC para que nos ayuden en la mejora de cultivos y variedades.
-Su padre tuvo la iniciativa de crear el grupo pero a usted se le achaca la diversificación y expansión internacional de la empresa. ¿Cuáles han sido los momentos más difíciles como presidenta?
-En tantos años y probando tantos productos, nos ha pasado de todo. Nosotros introdujimos el kaki sharoni a raíz de tener un asesor israelita. Todo el mundo comía el kaki blando hace 30 años pero el que nuestro era duro, se comía como una manzana. Entonces fue duro cambiar los hábitos del consumidor. Introducir el kaki sharoni nos costó años. En Alemania nos costó menos porque los turcos ya lo conocían.
-La empresa introdujo el cultivo de la fresa en Huelva, propiciando un desarrollo económico y social en la zona. Y después abandonó ese cultivo para dedicarse a los plantones. Toda una sorpresa. ¿Habéis pensado en volver?
-Ahora mismo no porque estamos introduciendo los arándanos y berries. Hace 9 años empezamos con nuevas variedades de frambuesa. Ahora vamos a empezar con los aguacates.
-Durante años la fresa ha dado mucha mano de obra. Ello atrajo a mucha mano de obra extranjeras. Sin embargo, en los años de la crisis muchos inmigrantes han vuelto a sus países. ¿Ahora tienen dificultades para lograr mano de obra en el campo?
-Sí y desgraciadamente tenemos que traer a contingentes de trabajadores de Bulgaria y Rumanía… con todo el paro que hay en este país. Los españoles en el paro aspiran a trabajar en otros sitios, no en el campo. En la época del boom económico muchos españoles se fueron a la construcción y al sector servicios, y con la crisis mucha gente ha vuelto al campo, pero con todo y con eso sigue sigue haciendo falta mano de obra. Sucede también que muchas veces esas personas van de empresa en empresa y cuando llega El Rocío o la feria de sus pueblos no trabajan, algo que no puede permitirse una empresa agrícola, ya que hay productos que tienes que cosechar hoy porque de lo contrario tienes que tirarlos a la basura.
-Trabaja en un sector agroalimentario, donde la mayoría de directores y propietarios de empresas son hombres. ¿Le costó asumir ese hecho cuando empezó?
-No fue fácil porque una mujer en el mundo agrícola hace 30 años era un poco llamativo pero nunca me he sentido rechazada. Ahora sigue siendo raro ver a mujeres en este mundo a nivel directivo pero ya me he acostumbrado a estar en reuniones donde todos son hombres. La política en mi empresa es que hay que elegir a personas, independiente de que sean hombres y mujeres. De hecho, en mi empresa creo que hay casi más mujeres que hombres.
-¿Cuántas horas dedica al trabajo?
-Mucho, probablemente doce horas diarias. Yo duermo poco, con lo que a las seis de la mañana ya estoy leyendo correos, tengo viajes al campo, voy a ver clientes, mantengo reuniones… Ahora estamos cosechando kaki desde septiembre hasta diciembre. Trabajar en una empresa de este tipo es duro porque tienes que dedicarle muchas horas de tu vida, no puedes descansar apenas en las vacaciones porque estás pendiente de las cosechas.
-¿Le costó la conciliación empresarial?
-Mi marido siempre me ha facilitado las cosas y me ha apoyado en momentos bajos. Como madre no ha sido fácil porque llegas a casa tarde, ves a tus hijos poco y el poco tiempo que pasas con ellos tienes cargo de conciencia por estar perdiéndote muchas cosas. Cuando eran pequeños entendían mal la situación pero cuando crecieron me han valorado más porque con al final le enseñas con el ejemplo lo que es el trabajo, las responsabilidades… Yo he intentando llevármelos mucho en viajes de trabajo y que esos viajes se unieran a fines de semana para compensar las horas que no estaba con ellos. Mi hija me decía: “¿Mamá, nosotros no podemos hacer un viaje como el resto de la gente. ¿Siempre tenemos que ir a comidas de trabajo?”. Esos viajes también les han permitido conocer a nuestros clientes, otras culturas, otros países, fundamental para tener una mente abierta en la empresa. En cuando a la conciliación de trabajo y familia, la verdad es que las mujeres somos más prácticas y cuando ha habido reuniones he intentado evitar el tema comidas y copas porque prefiero irme a mi casa para estar con mis hijos y mi familia. Algún proyecto o información me habré perdido pero es un orgullo que la empresa siga tirando para delante, cuando ahora tenemos unas 600 personas trabajando.
-Sólo un 36% de los cargos directivos está ocupado por mujeres. ¿A qué lo achaca usted?
-No creo que las mujeres no quieran asumir el liderazgo en las empresas. Es posible que en algunas empresas haya lobbies masculinos, pero lo que sí veo es que la mujer, a la hora de ser madres, aunque tengan una preparación fantástica y saquen las mejores notas en la Universidad, tienen una prioridad, que son sus hijos y su familia. Los puestos de responsabilidad en una empresa requieren muchas horas de trabajo y no todo el mundo está dispuesto a ello, o bien no todo el mundo puede económica o familiarmente. Para cambiar esto habría que empezar en el colegio y la universidad a educar en la igualdad.
FUENTE: SEVILLA.ABC.ES