Hijo/a de empresario. ¿Sucesor? ¿Ahora?
Hace varios años tuve la ocasión de hablar sobre empresa familiar en la Universidad de Granada. Tras la charla, una chica se me acercó para plantearme una cuestión. Su padre era empresario y ella estaba en último curso del Grado en Administración de Empresas. El padre lo tenía claro: tengo una empresa familiar y mi hija está acabando sus estudios sobre gestión de empresas (blanco y en botella).
Sin embargo, ella no lo tenía tan claro. Tendría unos 21 o 22 años, y no es que renegara de la empresa de su familia, pero realmente en ese momento, no le apetecía mucho trabajar con su padre. Pero ¿cómo decírselo cuando éste lo daba por hecho? Además, ella era la mayor de dos hermanas. La segunda aún estaba estudiando el Grado y estaba expectante de ver lo que pasaba.
En general, llama la atención que un gran número de hijos e hijas de empresarios no muestren interés por entrar en la empresa, pero hay que diferenciar dos casos completamente diferentes:
- Los descendientes no quieren incorporarse NUNCA el negocio familiar
- Los descendientes no quieren incorporarse AHORA a la empresa familiar
Hablemos del segundo caso. Para entender este fenómeno hay considerar dos aspectos fundamentales: el ciclo de vida de la familia y la profesionalización del negocio.
El ciclo de vida de la familia
Los individuos evolucionan y la edad influye sobre las percepciones que tienen del mundo que les rodea, sobre sus expectativas y sus motivaciones. En general, los hijos finalizan sus estudios universitarios entre los 22 y 25 años de edad. Sus padres rondan los 55 años aproximadamente. En este nivel, los hijos quieren comerse el mundo y los padres están en plena madurez, saben lo que quieren hacer y lo hacen. Es difícil trabajar juntos en este momento. Pero, ¿que pasaría si dejásemos transcurrir sólo 10 años más? Quien tenía 25 ya tendrá 35, posiblemente tenga pareja y es posible que se esté planteando tener hijos. Su padre tendrá unos 65, y está pensando que ya va siendo hora de ir dejando de pelear. El diálogo es mucho más sencillo ahora, cuando los objetivos de uno y otro son más compatibles.
Profesionalización del negocio
Pero junto a esto hay un segundo factor. Es bueno para la empresa familiar que los sucesores se integren en el negocio tras haber adquirido experiencia fuera del mismo. Muchas de las empresas familiares más avanzadas en estos temas exigen que la siguiente generación tenga experiencia externa antes de incorporarse a la empresa familiar. Así, los posibles sucesores deben crecer, desarrollar nuevas capacidades, aprender de otros sectores, de otras empresas. Sólo de este modo pueden traer nuevas ideas, nuevos modos de actuar, aire fresco al negocio tradicional. Aparte, trabajar fuera aporta dos características esenciales para un posible sucesor: algo que aportar y legitimidad para hacerlo.
La comunicación es clave
La mayoría de los conflictos nacen de la disparidad de expectativas. Por ello, la comunicación es clave. Ambas partes (padres e hijos) deben ser libres en sus decisiones pero deben ser transparentes en su comunicación. No se trata de no querer trabajar con un padre, sino de la voluntad de seguir creciendo como persona y de aportar al negocio mejores capacidades profesionales en el futuro.