La reinvención del legado de la empresa familiar
A menudo, cuando se habla de empresas familiares, se tiende a pensar en empresas tradicionales, apegadas al producto de toda la vida, como si se tratasen de artesanos que van pasado su oficio generación tras generación. Existen, sin duda, empresas de este tipo; pero uno de los secretos del éxito y del crecimiento de una empresa familiar a largo plazo consiste precisamente en su capacidad de reinvención a través de las generaciones.
Todos conocemos a Samsung, empresa familiar coreana, como uno de los líderes tecnológicos mundiales. Sin embargo, no tanta gente conoce que en sus orígenes se dedicaba a la exportación de pescado fresco y congelado, frutas y verduras. Y que posteriormente, tras la II Guerra Mundial, prospera al ampliar su actividad al procesamiento de alimentos y la fabricación de textiles.
En España, empresas como la bi-centenaria Osborne ha entendido que su negocio inicial, los vinos de Jerez, debía ser solo el punto de partida para una empresa del sector de la alimentación en sentido mucho más amplio. Actualmente el Grupo Osborne cuenta con bodegas en La Rioja, en Malpica del Tajo, comercializa otras bebidas como anís o ginebra, así como embutidos (Sánchez Romero Carvajal, 5Js), gestiona la marca del Toro de Osborne y cuenta con diferentes tipos de establecimientos de restauración (Restaurantes 5J, Restaurantes Osborne y otros tipos de espacios).
Esta forma de diversificar puede parecer aun muy tradicional, pero hay casos más originales. Por ejemplo, la empresa alicantina León de Oro es una empresa familiar que comenzó fabricando redes para el sector pesquero. Pero el declive de esta industria les llevó a apostar por la I+D y pasar al mundo de la tecnología deportiva. Actualmente se ha especializado en la fabricación de redes para porterías de futbol. De hecho, ellos son los fabricantes de las redes utilizadas en los estadios de los Mundiales de Sudáfrica (2010) y Brasil (2014), entre otros grandes eventos.
Y en Sevilla también podemos encontrar ejemplos significativos de reorientación estratégica basada en la innovación. Hace 70 años, Juan Iturri Landajo fundó, junto al Puerto de Sevilla (actualmente en el Paseo de Colón), una empresa dedicada a efectos navales. Actualmente, tras varios procesos de diversificación, el Grupo Iturri, dirigida actualmente por los nietos de aquel (Juan y Javier) se dedica a cuatro grandes áreas de negocio: Industria, Emergencias, Defensa y Fuerzas de Seguridad y Sanidad. Muy lejos queda la orientación marinera de Iturri.
O qué decir de varias empresas centenarias sevillanas del sector de la alimentación. Tres botones de muestra. El primero, el llamativo renacimiento de la empresa Los Alcores de Carmona, que ha revolucionado el mercado de la ginebra con su innovadora Puerto de Indias. O el caso de Inés Rosales, quien de la mano de Juan Moreno ha sido capaz de trascender de su legitima torta de aceite y adentrase en el mundo gastronómico internacional con sus tortas saladas y otros productos gourmet. O el de Ángel Camacho, empresa de origen oléico que ha sabido no sólo expandirse internacionalmente, sino también adentrarse en otros productos de alimentación, como las mermeladas La Vieja Fábrica, las infusiones, etc. Y como éstas, otras muchas que nos rodean.
La empresa familiar que sobrevive es la que se adapta a los tiempos. Los fundadores apostaron por un negocio porque consideraron que en esos momentos ese negocio permitía aprovechar una oportunidad. Probablemente hoy emprenderían de un modo distinto y quizás en un negocio diferente. Cada generación en una empresa familiar tiene dos retos: preservar el legado familiar y enriquecerlo con una nueva perspectiva orientada a las oportunidades presentes y futuras.