Los archivos del pentágono
Cada vez son más películas las que muestran sin complejos los entresijos, las particularidades, los conflictos y las grandezas de las empresas familiares.
En estos momentos está en cartel lo último de Spielberg, Los archivos del Pentágono, que narra la disputa permanente entre la libertad de prensa y el poder político.
No voy a destrozar la película para aquellos que quieran verla, porque no voy a centrarme en las tramas principales, sino sólo al contexto empresarial en el que transcurre. Meryl Streep da vida a Katharine (Meyer) Graham, hija de Eugen Meyer, banquero de origen alsaciano que, en 1933 adquiere The Washington Post, que estaba en bancarrota tras la crisis de 1929. Katherine, estudió en la Universidad de Chicago y comenzó a trabajar en otro pequeño periódico San Francisco News. Su madre, Agner Meyer, fue también periodista. En 1939, Katherine se incorpora al Wahington Post y un año más tarde, se casa con un joven abogado licenciado en Harvard, Philip Graham.
En aquellos tiempos, no parece conveniente que una mujer dirija un periódico y Eugen Meyer ofrece la dirección del periódico a su yerno, dejando a su propia hija en un segundo plano. Éste se hace cargo del periódico en 1948. El periódico se expande, adquiriendo otros rotativos y generando buenas conexiones políticas, con el equipo de John F. Kennedy. Pero con los años, empieza a sufrir problemas de depresión y se desequilibra mentalmente hasta conducirle al suicidio en 1963. Tras su muerte, Katherine, nuestra protagonista, asume la dirección del periódico.
En este nuevo contexto se desenvuelve la película de Spielberg, centrándose en el dilema de publicar o no unos documentos secretos, elaborados por diferentes gobiernos americanos sobre la Guerra de Vietnam. Entre otras cosas, el fim plantea y responde nítidamente a la pregunta ¿Puede una mujer asumir un liderazgo fuerte en un momento de gran complejidad y tensión?
Junto a esta pregunta, la película nos deja diversos fragmentos muy interesantes para entender qué supone ser una empresa familiar. La empresa acaba de firmar la salida a bolsa y los inversores tratan de imponer sus condiciones, marcadas por la rentabilidad económica. Katherine tiene otra mirada que va más allá del dinero. El periódico es su vida, su historia y su futuro. Si quiere entender qué es eso que llaman riqueza socio-emocional, basta con varios fragmentos de esta película.
Sólo una cosa se muestra que propone una mirada diferente a lo que suele decirse de la empresa familiar, ligado con su actitud ante el riesgo. Suele argumentarse, con demasiada ligereza, que las empresas familiares tienen gran aversión al riesgo, precisamente para no comprometer su riqueza socio-emocional. Sin embargo, en esta historia sucede exactamente lo contrario. Katherine Meyer (Meryl Streep) es capaz de arriesgarlo todo por seguir siendo un periódico de verdad. Aunque pudiese parecer una contradicción a la teoría generalmente aceptada, no es así. Katherine pone en riesgo el periódico en el corto plazo, precisamente para poder seguir existiendo a largo plazo. Como el magistral Tom Hanks (Ben Bradlee, director del Post), afirma, si un periodo oculta la verdad hoy, ¿que credibiliad tendrá en el futuro?
Y toda la batalla por la libertad de prenda se desarrolla en paralelo entre el Washigton Post y el New York Times, quien sigue también siendo en nuestros días una empresa familiar. Y es que las empresas familiares tienden a ser independientes tanto de los inversores institucionales como de los gobiernos. Una razón más para defenderlas en una sociedad cada vez más sometida a intereses anónimos.
Los Archivos del Pentágono, un aldabonazo sobre la libertad de prensa y una puesta en valor de las empresas familiares.