Cómo invierten las nuevas generaciones de los Rockefeller, Ford y Hyatt
Justin Rockefeller -tataranieto del magnate del petróleo- y otros miembros de dinastías históricas de EEUU creen que la filantropía de sus progenitores se queda corta. Abogan por inversiones responsables.
Hay una P en The ImPact. Esa P es lo que ocurrió cuando algunos de los miembros más jóvenes de las familias más acaudaladas de Estados Unidos se reunieron y decidieron que la filantropía de sus padres y abuelos se quedaba corta para todo lo bueno que podrían hacer en el mundo. ¿Y qué hacemos con el resto de la fortuna de nuestras familias?, pensaron. La caridad está muy bien, pero ¿no debería destinarse también el dinero que invierten en valores, bonos y empresas a arreglar problemas sociales y medioambientales?
La P es lo que reunió el mes pasado a los Rockefeller, Ford y Pritzker y a los vástagos de otras dinastías en Kykuit, la casa de campo de John D Rockefeller a escasos kilómetros de Nueva York. Allí sellaron un acuerdo por el que se comprometían a analizar el impacto de todas sus inversiones y a invertir y crear beneficios sociales. El pacto es obra de Justin Rockefeller, tataranieto del magnate del petróleo convertido en filántropo, basado en el Giving Pledge de Warren Buffett y Bill Gates. Algunos de los firmantes de The ImPact son:
Justin Rockefeller
«Formo parte de esta increíble familia, con una gran historia en el capitalismo y la filantropía», afirma Justin Rockefeller, de 37 años, con barba hipster y sonrisa radiante. «Ha habido muchos negocios de éxito y también ejemplos, por supuesto, de filantropía. Quiero contribuir al legado familiar y la mejor forma en que sé hacerlo se asienta en la intersección de la filantropía y el capitalismo. Las inversiones impacto siguen la línea de la tradición pero con una vuelta de tuerca».
Cuando me reuní con él en Nueva York en las oficinas de Addepar, una firma de software donde dirige el departamento de relaciones especiales, Rockefeller estaba aún disfrutando con la noticia de que el Rockefeller Brothers Fund, una porción de la fortuna familiar de cuyo consejo de administración es miembro, ha conseguido deshacerse de su negocio de combustibles fósiles. Así puede dedicar una porción de su cartera a las inversiones impacto. Éstas ofrecerán una rentabilidad social o medioambiental medible y también financiera. Podría englobarlo todo, desde los microcréditos a mujeres emprendedoras africanas hasta capital riesgo para start up de energías limpias hasta inversiones más tradicionales en bonos o títulos de empresas cuyos productos producen algún beneficio.
«La primera generación, los abuelos», dice Rockfeller, creen que no pueden hacer que sus nietos se sienten y aprendan a leer un balance. Y, en cambio, nuestra generación piensa que debemos invertir en empresas que consideremos que hacen de este mundo un lugar mejor y tampoco podemos hacer que mis abuelos abandonen su forma tradicional de invertir. La inversión de impacto proporciona un puente para el diálogo intergeneracional».
Inversión impacto de Justin: Modern Meadow. Usa células vivas para crear materiales naturales, incluyendo piel biológica real que se crea en el laboratorio, libre de células animales .
Liesel Pritzker Simmons e Ian Simmons (Hyatt)
Lo que distingue a Liesel Pritzker Simmons del resto de pioneros acaudalados que realizan inversiones impacto es su insistencia en que es posible dedicar el 100% de la cartera al objetivo.
Tras hacerse con su parte de la fortuna de la dinastía Pritzker de Chicago (dueña del grupo hotelero Hyatt) en una batalla judicial hace doce años, ha destinado todo su patrimonio y el de su marido a una empresa familiar llamada Blue Haven Initiative para las inversiones impacto.
Medir la rentabilidad financiera es la parte más fácil. Comparar la rentabilidad social o medioambiental es un negocio mucho más complejo y potencialmente subjetivo. The ImPact espera utilizar el software de Addepar, la empresa de Justin Rockefeller, para agregar la rentabilidad de sus miembros.
Inversión impacto de Liesel e Ian: M-Kopa. Ha proporcionado generadores de energía solar asequibles a más de 400.000 hogares en Kenia, Tanzania y Uganda.
Jason Ingle (Ford)
Aunque la historia de los Ford se forjó en las fábricas de coches de Detroit, la visión que Jason Ingle tiene de la vida se moldeó en otra parte. Este tataranieto de Henry Ford creció en una granja de Finger Lakes, cerca de Nueva York. «Mis padres eran hippies y el 90% de lo que comíamos procedía de la granja. Antes de que existiera lo orgánico, lo llamábamos hecho en casa».
El acto de rebeldía de Ingle fue meterse en el mundo de las finanzas, pero ahora que ha formado su propia familia, quiere dedicarse a pensar de nuevo en cómo producimos los alimentos. Ingle ha fundado Closed Loop Capital, un fondo que invierte en tecnología agrícola y de innovación en el sistema alimentario, con la esperanza de obtener una rentabilidad financiera de esas inversiones. También Bill Ford, el actual patriarca, tiene un fondo propio llamado Fontinalis, dedicado al futuro de la movilidad urbana.
Ingle cree que la «filantropía por sí sola no va a poder hacer frente a los grandes retos a los que nos enfrentamos, como alimentar a 10.000 millones de personas en 2050 o la escasez de recursos».
Inversión impacto de Jason: Beyond Meat. Aternativas veganas a la carne.
Kevin and Elizabeth Phillips (Phillips)
Kevin Phillips tenía 24 años cuando tomó las riendas del grupo inmobiliario de su familia (Phillips Management Group), ubicado en la antigua ciudad textil de Greensboro (Carolina del Norte). Su padre había fallecido antes. Su mujer Elizabeth aceptó encabezar la nueva fundación de la familia, a condición de que el 5% de sus fondos anuales se destinarán a becas para atacar los problemas sociales de Greensboro. El resto también debe destinarse a proyectos que busquen el bien común. «¿Para qué sirve destinar el 5% a un buen fin si el 95% restante se emplea en algo dañino?», indica Elizabeth.
Inversión impacto de Kevin y Elizabeth: Akola. Venta de joyas de lujo producidas por mujeres de Uganda.
Fuente: Expansión