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Oct
Es un hecho estadístico que un gran número de empresas familiares, pese al buen funcionamiento de su actividad, se quedan atascadas en la sucesión familiar y no superan la segunda generación. Aunque el carácter familiar sea una garantía de compromiso y sacrificio en la creación y vida de una compañía, también puede llevar aparejados problemas de sucesión o participación de nuevos miembros de la familia.
Por ello, es muy recomendable que las empresas familiares de cualquier tamaño acudan a la figura del protocolo familiar para «regular las relaciones entre familia, propiedad y empresa». El objetivo es ordenar la sucesión en su cabeza y, al tiempo, evitar conflictos para compatibilizar los intereses de la empresa –crecer y desarrollarse al máximo– con los de la familia fundadora.
Además, resulta útil para dejar establecidos los principios en los que se basará el desarrollo de la empresa y los mecanismos de resolución de conflictos familiares. De la misma forma, el protocolo familiar prepara los mecanismos de control, supervisión y participación económica de futuras generaciones en la empresa y su capacidad de decisión a la hora de designar nuevos capitanes para el proyecto.
Sin embargo, el protocolo familiar se suele encontrar con un importante problema: cómo trasladar las obligaciones y pactos de la familia al ámbito de la compañía, de manera que lo que la familia decida hoy vincule a futuras generaciones en su relación con el proyecto empresarial, ya que de nada sirven las obligaciones que se puedan establecer en el ámbito familiar si no pueden trasladarse a la empresa.
Hasta ahora, el único mecanismo que se podía aplicar para superar este escollo era el legalmente previsto: acudir al establecimiento de cláusulas penales estatutarias que castigasen el incumplimiento de los pactos específicos inscritos en el Registro Mercantil. Es decir, se trasladaba algunos de los pactos del protocolo a los estatutos sociales y se preveía en ellos las sanciones en caso de incumplimiento.
Fuente: El País
Institución universitaria, fruto del convenio firmado entre la Universidad de Sevilla y el Instituto de la Empresa Familiar.