La empresa familiar mallorquina que se erigió en un emporio hotelero
El matrimonio formado por Juan Riu Masmitjá y María Bertrán Espigulé adquirió el hotel San Francisco, un pequeño rincón en Playa de Palma, en las islas Baleares, siendo el único hotel de la zona en aquel entonces
Podría ser la típica historia de éxito de un emprendedor que, desde el garaje de su casa en Silicon Valley, logra convertirse en un referente en su sector. Pero, a diferencia de los cientos de relatos que hemos escuchado ya en el universo de las modernas startups, la de RIU es una historia que se remonta a los años cincuenta. Cambien el garaje por un hotel y tendrán los inicios de una historia que ha llevado a este grupo hotelero a pasar de un pequeño establecimiento en Playa de Palma a alojar a más de 4,5 millones de clientes al año en alguna de sus 45.000 habitaciones repartidas por todo el mundo.
La historia se remonta a 1953. El matrimonio formado por Juan Riu Masmitjá y María Bertrán Espigulé adquiere el hotel San Francisco, un pequeño rincón en Playa de Palma, en las islas Baleares, y único hotel de la zona en aquel entonces. Un año después, con ese espíritu empresarial que reina en la familia, su hijo aprovecha su propia luna de miel para viajar hasta Alemania.
En la localidad de Wuppertal, la segunda generación de los Riu firma una alianza con el touroperador Dr. Tigges para atraer al turismo alemán hasta la isla de Mallorca, un acuerdo que fue determinante para el futuro de la empresa. Además, a finales de los años 50 comenzaron los primeros vuelos chárter entre Alemania y Mallorca. Un turismo, el germano, que catapultó a RIU durante sus primeros años en las Baleares bajo el paraguas del boom del turismo que comenzaba a surgir en España. Aquella alianza con Dr. Tigges se afianzó en 1968 cuando, junto a otros tres touroperadores alemanes, crearon TUI, el gigante del turismo que desde el primer momento ha trabajado codo con codo con la cadena española.
Éxito internacional
Primero España, después el mundo
Si las décadas de los sesenta y setenta fueron las de la consolidación de RIU en el entorno de las Baleares, la de los ochenta significó el inicio de la expansión de la cadena fuera de su hábitat natural. Así, en 1985 se abría el primer hotel en las Islas Canarias, más en concreto en la Playa del Inglés, en el sur de la isla de Gran Canaria. Seis años más tarde, en 1991, el Riu Taino, en Punta Cana, se convertía en el primer hotel internacional de la cadena.
Desde entonces, la progresión siempre ha sido ascendente, con presencia en 19 países y cuatro continentes con un total de 92 hoteles. Su estrategia les ha llevado también a apostar en 2010 por hoteles en centros urbanos como Panamá, Guadalajara, Miami, Berlín, Nueva York o Dublín.
Sin embargo, pasar de operar en Palma de Mallorca a hacerlo en cuatro continentes no ha cambiado una de las señas de identidad de la cadena, su componente familiar. En 1998, tras fallecer Luis Riu Bertrán, fueron Carmen y Luis Riu Güell, nietos de los fundadores, los que se hicieron con el control de la compañía, manteniendo su apuesta por el control familiar. Mientras Luis se centra en la operación y expansión hotelera, Carmen ha optado por la gestión de las finanzas, la responsabilidad social corporativa o las relaciones con TUI.
Bajo la dirección de la tercera generación, el grupo ha vivido su época de internacionalización y expansión, en muchas ocasiones gracias a su instinto para identificar oportunidades de éxito, abriendo establecimientos donde no había presencia española como Jamaica, Cabo Verde o Sri Lanka. Y la ‘tradición familiar’ continúa con los hijos de Carmen y Luis: la cuarta generación de los Riu ya está trabajando en la compañía con el objetivo de tomar las riendas en el futuro.
¿La clave del éxito?
La constancia
En una época en la que la dicotomía está entre la competencia de las ‘low cost’ y las cadenas que apuesta por el lujo, RIU ha preferido mantenerse al margen para ofrecer una carta de servicios donde sea el trato al cliente y la relación calidad-precio el principal reclamo.
Carmen y Luis Riu creen que lo primordial siguen siendo los básicos: buena ubicación, unas instalaciones bonitas y confortables, una buena comida y sobre todo un buen servicio. Aunque las nuevas tecnologías ayudan a tener extras que ofrecer, desde RIU creen que si los pilares básicos fallan, la tecnología no conseguirá retener clientes.
La constancia es otro de sus puntos claves. Un crecimiento pausado, a razón de cinco a ocho aperturas al año, para poder seguir controlando todas las fases de negocio.