Las cátedras de Empresa. La necesaria colaboración entre la empresa y la universidad
Hace unos pocos días se celebró en el Paraninfo del Rectorado de la Universidad de Sevilla la III Conferencia de Mecenas organizada por el Consejo Social de dicha Universidad. Este año, el acto estaba focalizado en el papel de la Cátedras de Empresa
Pero, ¿que son exactamente las cátedras de empresa?. Se trata de un instrumento que emerge del artículo 83 de la vigente Ley de Universidades de 2001, que promueve la firma de acuerdos entre las universidades y entidades externas para el desarrollo de actividades docentes, de investigación y de difusión del conocimiento. En definitiva, se pretende desde el legislador abrir un canal de comunicación entre la universidad y la sociedad a través del cual fluya el conocimiento y desarrolle la sociedad.
Las cátedras de empresas son simple y justamente eso, un convenio entre una Universidad y una entidad externa, pública o privada, por la cual ésta se compromete a colaborar y aportar fondos a la Universidad a cambio del desarrollo, por parte de la institución universitaria, de una serie de actividades relacionadas con los tres ámbitos mencionados anteriormente. Por ejemplo, la Cátedra Santander de la Empresa Familiar, es el resultado de un convenio entre el Banco de Santander, el Instituto de la Empresa Familiar y la propia Universidad de Sevilla.
La Universidad de Sevilla cuenta con 35 cátedras de empresa, con socios tanto públicos (Fundación Andalucía Emprende, Extenda,…), como privados (Endesa, Cepsa, Holcim, MP, Roche, Airbus, Telefónica,…). Se abordan temas tan dispares como el fomento del emprendimiento, el flamenco, la responsabilidad social, el medio ambiente, el derecho notarial y registral, la internacionalización de empresas, la eficiencia energética, el coaching, y así hasta 35.
Pero aun son pocas. Estas cátedras son solo una labor modesta de un proceso que debe crecer asumiendo la larga tradición de las universidades líderes mundiales, especialmente las anglosajonas. En éstas, el diálogo y la colaboración entre las empresas y la universidad es ineludible y se manifiesta mediante una amplia variedad de convenios y acuerdos, carentes de complejos.
Si, porque en España, aun existe un complejo absurdo que mantiene lo público separado de lo privado, el conocimiento básico aislado del aplicado. En una concepción decimonónica, se defiende a veces que las instituciones públicas para ser puras deben mantenerse alejadas del contacto de las empresas y del capital privado. Pero esta idea ha sido ampliamente superada en la mayoría de sociedades modernas. Primero porque lo público no deja de ser lo privado de todos. Segundo, porque no hay dinero público mejor gastado que el que se transfiere de nuevo a la sociedad. Tercero, porque lo público se financia con dinero privado (de todos vía impuestos) y lo privado también se financia con dinero público (coste implícito de la formación de la población, infraestructuras, sanidad, etc.). Y cuarto, porque una sociedad desarrollada solo es posible cuando ambas esferas se ayudan mutuamente.
Al fin y al cabo, los alumnos se forman en la universidad para integrarse en la sociedad, en sus empresas e instituciones o para crear otras nuevas; éstas a su vez necesitan del conocimiento especializado de la universidad, de sus profesores e investigadores. La innovación de las empresas necesita de universidades que estén en la frontera del conocimiento. En definitiva, universidad, empresas e instituciones públicas son partes de la misma sociedad, del mismo ecosistema. O nos va bien a todos juntos o a ninguno.
Por ello, enhorabuena a la iniciativa del Consejo Social de la Universidad de Sevilla, dirigida por una empresaria sevillana, Concepción Yoldi, que defiende la necesidad de una Universidad Pública excelente y en continua colaboración con el tejido empresarial y social sevillano. Todo un ejemplo al que, desafortunadamente, no estamos demasiado acostumbrados