Aunque existen muchas maneras de aproximarnos a qué vemos en los animales no humanos, posiblemente el término más relevante sea el de la antropomorfización. A continuación, ofrecemos sobre este término y sus implicaciones, basándonos tanto en la literatura científica como en nuestra propia experiencia. Si has completado la evaluación, habrás recibido una valoración personal en tu correo electrónico; si no lo has hecho, puedes seguir leyendo o visitar la página anterior para completar el cuestionario.
La antropomorfización
La antropomorfización es una variable muy relevante que permite a los seres humanos relacionarse con otros individuos de su entorno. Pertenece a las denominadas cogniciones sociales (como la empatía) y se define como la atribución de cualidades humanas a individuos (como los animales o las máquinas) y fenómenos (por ejemplo, el clima) no humanos. Cuando uno percibe que la impresora se atasca porque quiere fastidiarnos, o cuando pensamos que el clima está esperando a que guardemos las mantas para volver a traer frío… estamos atribuyendo intenciones y voluntad a elementos que ni siquiera tienen vida.
Más complicado es cuando se habla de seres vivos. En el caso de los animales de compañía, es frecuente encontrar que las personas con las que conviven los consideran capaces de entenderlos, de vivir vidas emocionalmente complejas y de tener sus propias preferencias y deseos. Esto es perfectamente normal y, de hecho, se da incluso dentro de nuestra misma especie: así, solemos hablar a los niños pequeños como si pudieran entendernos, aunque sepamos que no pueden. De no ser por este tipo de mecanismo, ¡quizás nuestra especie se hubiera extinguido!
Por qué es importante para el voluntariado
El nivel de antropomorfización es importante de cara a trabajar con animales porque nos da una idea de cómo de cerca nos percibimos de perros, gatos y otras especies. De este modo, las personas con valores altos en esta variables suelen percibir que otros animales pueden hacer la mayor parte de cosas que hacen los humanos, incluyendo tener esperanzas en el futuro, libre albedrío, sus propias convicciones… y eso puede multiplicar la preocupación por la situación de los animales a los que cuidan. En el lado contrario, las personas que presentan poca antropomorfización suelen trazar una diferencia muy clara entre las capacidades de nuestra especie y otras, lo que puede resultar protector frente a algunos de los riesgos más frecuentes -como la fatiga por compasión-.
Insistiremos por última vez en la noción de que todos los niveles de antropomorfización son normales y asumibles. Ninguno de los extremos es problemático. Pero saber cómo de alto puntúan las personas que colaboran en tu entidad puede ayudar a establecer límites en los roles que desempeñan.
En nuestro estudio, la antropomorfización demostró ser un precursor de uno de los componentes de la fatiga por compasión: el estrés traumático secundario. Este estrés aparece cuando se presencia sufrimiento ajeno y se asocia a signos como dificultades para dormir, preocupación intensa y recurrente, etc. Por ello, es importante tenerlo en cuenta de cara a asignar tareas y supervisar la evolución de los voluntarios de tu entidad.
Un voluntario con una puntuación baja puede hacer mucho por los animales. Probablemente, le costará menos desconectar de las preocupaciones al terminar su jornada que a otros compañeros. Si las puntuaciones han sido altas -y es lo más usual entre el voluntariado- también podrá llevar a cabo una labor muy importante, pero los gestores de la entidad deben prestar especial atención a la aparición de signos de fatiga por compasión. Por ello, es recomendable incluirlo dentro del plan de seguimiento del voluntariado.