En esta página vamos a hablar de pérdida y duelo. Los animales con los que convivimos llenan nuestras vidas de significado y experiencias, pero también nos suelen enfrentar a despedidas por su menor esperanza de vida; en el caso de los voluntarios de entidades protectoras, la probabilidad de afrontar despedidas se multiplica.
Recuerda que, si has pasado por una pérdida que todavía sientes como reciente, puedes completar unas pocas preguntas en la página anterior para recibir una información más personalizada. En todo caso, puedes continuar leyendo abajo.
Duelo por la pérdida de un animal
Dado que la mayor parte de las personas que conviven con animales los consideran parte de la familia, a nadie debería sorprenderle que la muerte de perros, gatos y otros compañeros animales suponga un fuerte impacto en quien la sufre. La literatura científica muestra que la reacción ante estas muertes puede ser similar a la experimentada por la pérdida de amigos o familiares humanos (Habarth et al., 2017; Lee, 2020).
Las reacciones ante la pérdida -es decir, reacciones de duelo- pueden ser variadas y dependen en gran medida de tu contexto cultural. En nuestro estudio, utilizamos una herramienta llamada Cuestionario de Duelo por Animales de Compañía (Bereavement for Pets Questionnaire; Hunt y Padilla, 2006) que diferencia tres grandes grupos de reacciones:
- Tristeza o pena: la más frecuente y, quizás, la más sencilla de entender por otras personas.
- Culpa: en ocasiones, las personas pueden plantearse si pudieron hacer más para evitar la muerte, o para aprovechar mejor el tiempo que compartieron.
- Ira o enfado: por último, muchas personas pueden sentirse enfadadas por la muerte del animal. Este enfado puede centrarse en cosas que ellas mismas han hecho, o quizás los profesionales de la veterinaria, en otras personas o incluso en la injusticia del mundo.
Las tres reacciones son usuales y deben ser acompañadas con empatía y paciencia, ya que cada persona necesita de un tiempo y unas acciones para digerir la pérdida. Por desgracia, nuestra cultura no ofrece demasiadas pautas sobre qué esperar cuando un animal muere. Por ejemplo, no todas las personas saben qué recursos de apoyo existen, qué trámites se deben seguir o, más importante aún, de qué manera se puede llevar el luto. Si el lector tiene experiencia con animales, es probable que se haya preguntado si hacer un entierro, una reunión conmemorativa o tener una lápida son cosas que se hacen… y que haya echado de menos tener una guía clara de qué hacer.
Las sociedades avanzan y, poco a poco, el duelo por animales de compañía se va volviendo más visible. Sin embargo, en el personal de entidades protectoras aparece un problema que ha sido discutido en varias investigaciones: el hecho de que el animal fallecido no sea “tuyo”, en el sentido de que conviva contigo, suele usarse como argumento para devaluar la pérdida. Seguir dando visibilidad a la importancia del vínculo entre humanos y otros animales es una tarea que ayudará a minimizar este tipo de problema en el futuro.
Variables que afectan a la reacción de duelo
Al hablar de duelo, podemos señalar que la experiencia suele verse influida por varias cuestiones:
- Variables personales: cuanto más altas son la empatía y la antropomorfización, mayor suele ser la preocupación por el bienestar de los animales, y más intensa suele ser la reacción de duelo.
- Relación con el animal: a mayor apego, mayor será el impacto de la pérdida. Aunque las personas que colaboran con entidades protectoras pueden tener vínculos de diversa intensidad con los distintos animales cuidados, es frecuente que los voluntarios destaquen como personas con especial facilidad para forjar relaciones emocionales intensas con ellos.
- Apoyo social: más allá de tener gente cerca, es importante sentir que las personas importantes de tu vida comprenden la importancia de esta pérdida para ti. Cuando el duelo no es reconocido como válido o importante por tu entorno, es fácil que se produzca aislamiento o enfado, lo que puede hacer más difícil el tránsito.
- Reiteración: la acumulación de situaciones dolorosas incide sobre uno de los componentes de la Fatiga por Compasión, el Estrés Traumático Secundario. Es importante atender a los signos iniciales de estas reacciones.
- Responsabilidad percibida: aunque a veces la eutanasia resulta inevitable, por presentarse situaciones en las que el animal no puede sobrevivir con un mínimo de calidad de vida, tomar decisiones sobre administrar este recurso puede resultar especialmente duro. Al fin y al cabo, nadie se inicia en la protección animal queriendo tomar esa responsabilidad.
Qué hacer para afrontar la pérdida
Dado que el proceso de duelo es muy personal, resulta difícil ofrecer pautas fijas sobre cómo afrontarlo. Sin embargo, varias son las cuestiones que la literatura señala como posibles puntos de apoyo para elaborar la pérdida:
- No tener prisa: las reacciones de dolor pueden variar mucho de una a otra persona, desde la tristeza hasta la sensación de vacío vital. También es posible encontrar a personas que experimentan el duelo de un modo inmediato, mientras que otras parecen necesitar unos días para empezar a notar el cambio. En todos los casos, es importante reclamar que el dolor es una reacción natural, no es patológico ni anormal. El duelo dura lo que dura.
- Mantente en conexión: otras personas pueden entenderte, busca apoyo en ellas. Es posible que otras personas importantes de tu vida no puedan conectar contigo o que te digan cosas que no te vienen bien (por ejemplo, “es sólo un gato” o “ya llegará otro perro”); posiblemente no lo hacen con mala intención, pero en este momento debes buscar quien pueda entenderte. Si no, es fácil sentir que estás luchando en dos frentes: el dolor que sientes y reclamar que esto es legítimo, que tienes derecho a sentirte así.
- Escucharse y protegerse: de un modo parecido a lo descrito para la Fatiga por Compasión, es importante buscar un tiempo de tranquilidad para recuperarte. No tengas miedo de hablar con tu entidad para limitar ciertas tareas –las que te recuerden al animal fallecido o las que te hagan sentir mal-.
- Cuando estés preparado/a, haz algo especial: algunas entidades organizan reuniones para despedir a los animales que ya no están; quizás puedas reunir a unas cuantas personas que conocieron al animal para decir unas palabras, revisar unas fotos o hacer una despedida bonita; incluso puedes intentar ponerte de acuerdo con otras personas para buscar una fórmula que os parezca bien a todas las personas implicadas –plantar un árbol en su memoria, publicar una esquela en redes sociales o hacer un donativo en su nombre en alguna asociación o fundación-.
El dolor no dura para siempre. Si pasado un tiempo sientes que te cuesta avanzar, habla con tu entidad para que te den más orientación, y no descartes buscar ayuda profesional si lo necesitas. Si tienes alguna duda, contacta con nosotros e intentaremos orientarte.
Referencias
- Habarth, J., Bussolari, C., Gomez, R., Carmack, B. J., Ronen, R., Field, N. P., & Packman, W. (2017). Continuing Bonds and Psychosocial Functioning in a Recently Bereaved Pet Loss Sample. Anthrozoos, 30(4), 651–670. https://doi.org/10.1080/08927936.2017.1370242
- Hunt, M., & Padilla, Y. (2006). Development of the pet bereavement questionnaire. Anthrozoos, 19(4), 308–324. https://doi.org/10.2752/089279306785415493
- Lee, S. A. (2020). Does the DSM-5 grief disorder apply to owners of deceased pets? A psychometric study of impairment during pet loss. Psychiatry Research, 285(October 2019), 112800. https://doi.org/10.1016/j.psychres.2020.112800