La muerte es un evento natural y esperable, pero eso no le resta capacidad de impactar en nuestro bienestar.
Hablamos de duelo para referirnos a todas las reacciones que rodean a la pérdida. Estas reacciones dependen en gran medida del contexto cultural en que vivimos, pero pueden ser muy diferentes en función de la persona que lo atraviesa. Las reacciones de duelo suelen incluir la tristeza y el llanto, pero también el aislamiento, el enfado, y otras muchas opciones, todas las cuales pueden ser consideradas normales.
El personal que colabora en entidades protectoras tiene una alta probabilidad de enfrentarse a la muerte de animales bajo su cuidado. Por las propias circunstancias que rodean al abandono animal, muchos individuos llegan a nuestra tutela en condiciones que comprometen su supervivencia. Un segundo problema tiene que ver con la falta de apoyo social que -a veces- experimentan las personas que han perdido a animales de compañía: si ya es frecuente escuchar mensajes como “si sólo era un gato” o “busca otro perro y arreglado” cuando un animal muere, en el caso del personal de entidades protectoras el riesgo de no ver reconocido el sufrimiento personal por la pérdida de animales es muy alto. Esta circunstancia, denominada “duelo no reconocido” (por la sociedad), puede afectar negativamente a la recuperación de la persona doliente.
Por todo esto, vigilar el impacto que la muerte tiene sobre el personal colaborador es muy importante. A menudo, las personas deciden atravesar este trance en solitario como estrategia de protección: por ello, es importante dar cabida al sufrimiento, hablar sobre esta experiencia de un modo abierto e incorporar la exploración de los posibles duelos no expresados dentro del protocolo de seguimiento del voluntariado.
Hemos preparado algo de información sobre cómo trabajar con el duelo por animales de compañía en la siguiente página. Pero, antes de visitarla, puede ser interesante que las personas interesadas contesten unas pocas preguntas (PULSANDO AQUÍ) para realizar una evaluación inicial. Si tiene personal voluntario a su cargo, recomendamos que cada persona se registre con su usuario personal y complete la evaluación con cierta frecuencia (por ejemplo, mensual) para mantener un control periódico de la evolución y tomar medidas en caso de ser necesario.